domingo, 10 de febrero de 2013

LA RUTA DE LOS MILAGROS


                    

Raro es el pueblo que no tiene entre sus ciudadanos a un vecino de quitar el mal de ojo.
Existe en la Andalucía mas profunda, como en muchas otras regiones de España, uan creencia arraigada a una serie de prácticas medicas, a caballo entre el ejercicio tradicional y un misticismo popular no exento de elementos esotéricos.
Son muchas las personas que todavía siguen acudiendo al santo o al curandero para solucionar cualquier tipo de problemas de índole social, médica o del ánima.
La zona del sur de córdoba, probablemente por lindar con la sierra sur de Jaén, junto a Alcalá la Real, Frailes, Ventas del Carrizal. Zonas conocidas por sus santos Custodio, Manuel y Luisico, recoge de una manera más pura, la tradición de toda una práctica fascinante, que en muchos casos, lejos de ser un negocio, se ha convertido en un misterio aun mas grande: el poder sanador de los hombres.

S sabido que los curanderos han estado siempre presentes en la vida social y religiosa de los pueblos, haciendo la labor de médicos del cuerpo y del alma, pero, si queremos adentrarnos en este fascinante mundo de una manera seria y meticulosa, tenemos que hacernos una inevitable pregunta: ¿Cuáles son los rasgos generales de este tipo de personas?
He aquí algunas anotaciones de interés que nos servirán parara hacernos una idea general.
Un  verdadero curandero se caracteriza por ser una persona humilde y altruista. Consideran que no deben cobrar por sus servicios ya que sus dones fueron regalados. A veces, tan solo acceden a recibir presentes.
Suelen aliviar enfermedades y otros tipos de males como quemaduras, heridas, empachos y hasta el mal de ojo. Los hay, incluso, que se especializan en determinadas dolencias.
Algunos gozan de muy mala fama a causa de su calatería, que suele revestirse de una aureola mística. Incluso llegan a cobrar grandes sumas de dinero por los trabajos que realizan.
La mayoría piensa que para curar hay que recuperar el equilibrio perdido y que la enfermedad no es otra cosa que la ruptura de la relación del cosmos, por eso, para cura, utilizan elementos de la naturaleza.
Por ello, suelen ser muchos los procedimientos que emplean: imposición de manos, bendiciones, soplos e insalivaciones, oraciones, pólvora, preparaciones de amuletos. También los hay que prescriben productos como papeletas de fumar, donde garabaretean extraños signos y son bendecidos para que sean ingeridos como uan píldora. Otro método común es bendecir botellas de agua de algún manantial, especialmente si linda con la casa de algún curandero, ya que a esta se la reconoce poderes taumatúrgicos. Aseguran que dios no puso una enfermedad sin poner un remedio en la naturaleza. Las plantas son para ellos la base de su medicina. Los curanderos conocen bien esas plantas y guardan con celo las formulas de sus brebajes.
La palabra curandero parece evocar a una persona asceta, casi recluida en un lejano cortijo al que acuden las personas de toda condición para que resuelva todo tipo de dolencias, pero lo cierto es que hay mucho más al respecto. Cada sanador posee unas cualidades diferentes. Así que se establecen diferentes tipos, en función de los procesos morbosos que atienden y de los remedios que emplean, se podían establecer las siguientes categorías:
a    Los rezadores, que curan verrugas, culebrillas, dolores de muelas y otras enfermedades mediante oraciones o ensalmos que se acompañan de otros rituales simbólicos.
    Los sabios o sabias que, con método parecido, curan padecimientos que tienen su origen en maléficos, como el mal de ojo, y se les reconoce poderes adivinatorios.
     Los que con su destreza personal arreglan problemas de huesos o poseen conocimientos para aprovechar las facultades terapéuticas de las plantas, que han sido clasificados como anudadores y naturalistas respectivamente.
   Los santos, que emplean medios y métodos parecidos, pero se les reconoce el poder de la adivinación y la curación por influencia sobrenatural, además de ejercer como confesores y consejeros.

Ahora que ya tenemos asentadas algunas de la bases, comenzaremos un viaje por la tierra de los milagros, por el mundo de la curandería cordobesa.
La fe en el santo o el curandero, sigue siendo mucho mayor que en pueblos y aldeas, especialmente en pueblos del sur de córdoba que en la capital, que se hace poco menos imposible encontrar un curandero.
En la ciudad los curanderos parecen haber pasado el testigo a quienes se dedican a las terapias bioenergéticas de cualquier índole o las llamadas terapias alternativas.
Antonio  J. un amable hombre que ya huele los setenta años y que apenas conoce, en carnes propias, la medicina alopática, durante toda su vida ha a asistido a diversos curanderos para aliviar no solo sus dolencias, sino también, las de su familia.
Sirva su testimonio que he dejado impreso en este papel a modo de ejemplo para dejar patente el fervor que se le tienen a este tipo de prácticas:
Hace muchos años, casi recién casados, mi mujer tenía unos bultos en el pecho. Cada vez eran más grandes. Un día, nos dijeron de un hombre que sanaba cerca de Monte Frio, y allí que me enfile. Al llegar nos sumamos a una gran cola de personas que estaban esperando su turno para recibir la bendición de este hombre. El cortijo era totalmente normal y no tenía nada de especial, salvo claro, toda la gente esperando. Cuando por fin nos toco entrar, este hombre apenas nos saludo, simplemente se dirigió a mi mujer diciendo-“Los bultos que usted tiene en el pecho no son malos, y sus propios ojos van a ser testigos de la curación. ¡Ya puede irse!”- Yo me quede muy sorprendido, ya que no le habíamos dicho nada. Ni siquiera nos dio tiempo. Después nos permitió saludarlo y nos hizo una especie de bendición. A los pocos minutos ya estábamos de regreso al pueblo. Por el camino mi señora se empezó a encontrar mala, con un malestar general que no era normal. Los ojos le empezaron a llorar y también tenía una especie de legañas. Le di mi pañuelo para que se limpiara, pero cada vez le salían más legañas. En realidad parecía pus. No paraba de salirle. ¿Me empapo dos pañuelos con la pues esa!
Cuando llegamos al pueblo se le cortó y se empezó a encontrar mejor.
Al llegar a casa se dio cuenta de que no tenía los bultos. ¡Los había echado por los ojos!




nombre

Problemas que atienden
Remedios que emplean

La gracia
trasmisión

ámbito

Anuladores,
naturalistas

Huesos y dolores musculares

Destreza personal y plantas medicinales

Conocimientos empíricos

aprendizaje

local

rezadores

Enfermedades virasicas

Oraciones o ensalmos

Fechas propiciatorias

aprendizaje

local

sabios


maleficios

Rituales simbólicos

Formulas cabalistas

herencia

comarcal

santos

Desahucios, incurables crónicos

carisma

Revelación sobrenatural

profecía

universal

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